Qué patética forma de tratar involucrarse en momentos que ya no conciernen.
Qué humillante forma de anclarse a cosas que no corresponden y sobre todo creer que van a funcionar.
Hay momentos donde solo quisiera matarme por que todo parece tan denigrante, tan soluble que se hace predecible y que ya no conserva nada único.
Pero me he dado cuenta que son situaciones y comportamientos realmente inútiles, tales estuvieran escritos y me volvieran parte de lo cotidiano haciéndome ver como otro personaje de una historia que se ha contado tantas veces.
Probaré ir con el psiquiatra y se que en algún momento terminara matándome bajo mis propios químicos considerandome un estorbo para la misma sociedad.
Nada queda por que pareciera que solo he vivido tan poco y reflexionando tanto.
Por que no veo ninguna sorpresa por que mis intenciones son tan simples que incluso puedo ver en qué terminan, entonces eso no me genera nada,entre ellas las ganas de vivir.
Y no es tanto por sufrir una ciclotimia que se me desprende cada vez que me acuerdo, es solo que para mi desaparecieron todas aquellas motivaciones y sueños por querer haber crecido, entonces.
Moriré sin un nombre y una herencia, sin amigos ni propiedades destinadas, sin una intención, con un amor que no dejaré descansar hasta que se consuma o me permita morir otra vez, sin unos hijos preciosos ni un ideal alcanzado por la virtud de los padres a los que he decepcionado, sin un momento donde pueda dejar de sentir una tristeza sin opacarla de una falsa alegría causada por mis propios estímulos biológicos, entonces soy aquí un desperdicio del creador.
Ojalá ocuparan mi lugar los dichosos deseables por vivir y no solo una pesimista derecha desde el momento que cobró conciencia de su propia existencia.
Nunca había sentido tantas ganas de morirme como las que siento ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Mátame lentamente