Ya pasó un año casi y todo terminó.
Terminaron las esperanzas, la ansiedad, la espera, los clavos, los acostones esporádicos, las insinuaciones y todas esas baratijas sentimentales.
Ya van meses que estoy así y que no he movido el dedo para que algo nuevo suceda.
Antes, estaba bien, después todo era anestesia, luego era demasiado dispersa y por ultimo que me lleve el carajo.
Cabe añadir que el jueves vi a aquel, bien raro, eso de las cosas a escondidas pueden ser acciones que se convierten en un pequeño vicio, mi primo fue al baño después de haber visto que estábamos tomados de la mano y mucho antes de estar rozando nuestras rodillas bajo la mesa y mucho mucho antes de las miradas que desprendían deseo por si mismas.
Se fué, lo jalé hacia mi, lo besè, lo mordí y lo olí y el imitándome.
Algo que me provoca todas esas locuras puede ser un simple: Cásate conmigo.
Está loco, jamás pasará, pero el que juegue conmigo diciendolo hace que se me olvide un poco mi deseo de estar sola.
Casi al terminar la velada, manejó de reversa volteándo a verme y lamiéndome el rostro, con eso tuve para toda la noche.
No me dejes caer en la tentación y líbrame del mal, dice el rezo, pero ¿Qué pasa cuando es el mismo demonio quien te desea y tú le deseas de igual manera?
No importa, el demonio mismo tiene unos labios suaves, movimientos lascivos, embestidas con precisión y las palabras correctas que si no fuera por mi supuesta voluntad, me rendiría ante el las veces que lo desee.
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Mátame lentamente